Un tratamiento a tiempo y apoyo solidario, la clave para una vida sana y feliz
Luis Antonio Cortés Salinas, de 41 años de edad, fue diagnosticado como seropositivo hace 17 años; sin embargo, su salud es estable, y su ánimo, inmejorable.
Vestido con una playera que tiene la imagen de Mickey Mouse, y una actitud amable y relajada, cuenta que cuando recibió el diagnóstico.
Fue una noticia fuerte, porque aunque tengas información, sientes que se te viene el mundo encima, declaró.
Fue contagiado por su pareja, con quien mantenía una relación estable y la única persona con quien no se cuidó.
Hoy por hoy, es un ángel al que acuden diariamente aquellos que padecen esta enfermedad, que no solamente se adquiere por transmisión sexual, sino por diversas causas, como perinatal (en el parto) o por transfusión sanguínea, así como por compartir jeringas infectadas, en el caso de quienes consumen drogas.
Luis dice que después de su diagnóstico vivió meses en negación, en depresión; su estado emocional fue a la baja, pero al asimilar su situación decidió nunca más lamentarse de ella y actuar para evitar que más personas se sientan como él. «Ahora estoy fuera del clóset del VIH».
Así que puso manos a la obra: lo primero que hizo fue romper el anonimato y contarle a su familia y allegados, a sus amigos y sus conocidos; ahora hasta gente que él no conoce personalmente sabe de su situación; eso ha permitido que lo busquen para recibir asesoría y consejos.
Lejos está de sentir conmiseración de sí mismo; por el contrario, le acompaña una fuerza extraordinaria. Sus ojos, de por sí grandes y expresivos, se abren aún más al describir cómo le apasiona trabajar por los demás.
Su fuerza radica en el convencimiento de que nadie puede discriminarlo si él no lo hace consigo; ese es su mantra: «si tú te aceptas, difícilmente alguien puede hacerte sentir mal».
Esto ha hecho que él no sienta en ningún momento el rechazo social. «Quizá hablen a mis espaldas, pero nunca lo he sentido así».
Incluso, asegura que las parejas que ha tenido son cerodiscordantes; es decir, negativas, no tienen VIH.
De cualquier forma él usa condón, pues aunque actualmente está en una fase de su enfermedad en la que el virus es indetectable (porque toma el tratamiento y el virus está encapsulado pero latente), y en este momento no podría transmitirlo a nadie, prefiere evitar el contagio de cualquier otra enfermedad.
A Luis le preocupa que actualmente las y los jóvenes no se están cuidando; las cifras lo confirman: en Michoacán, de enero a septiembre resultaron 246 nuevos casos de VIH, de los cuales 211 son hombres y 35 mujeres. La mayoría tiene entre 17 y 45 años, pero los hay menores de edad; el más pequeño tiene 12 años.
En este sentido, explica que se requiere mayor educación sexual y más responsabilidad, porque no es cuestión de promiscuidad, «pues se puede ser lo más promiscuo que deseen, pero si se cuidan no adquieren el virus».
Lo mismo pide a las amas de casa, sobre todo a aquellas cuyos esposos emigran a Estado Unidos, «aunque es difícil que ellos acepten usar condón».
Luis, quien hoy es funcionario del Instituto de la Juventud estatal, en un área en la que es pieza clave para lograr la inclusión de los jóvenes, los indígenas, los homosexuales y discapacitados, afirma que es necesario que quienes mantienen conductas de riesgo acudan a hacerse la prueba al Coesida, porque la detección a tiempo es crucial para la supervivencia.
Actualmente, dice, nadie tiene por qué llegar a padecer Sida –la última fase de la enfermedad– ni morir como se ve en los videos de los primeros casos detectados; basta con una pastillita diariamente de medicamento antirretroviral para mantenerse a salvo.
Recuerda que en la entidad, desde 1984, cuando se tiene conocimiento del primer caso, un total de 6 mil 578 personas han sido detectadas como portadoras, y han fallecido 3 mil de ellas.
Y es que el principal estigma es el miedo, porque al sexo se le ve como algo malo y pecaminoso.
Sin embargo, iniciar el tratamiento es esencial. Actualmente ya se dan otros desde que se detecta; antes se debían presentar niveles de carga viral muy altos o tener las defensas muy bajas para ser candidato; hoy no, y eso ha permitido grandes avances.
A Luis, quién se ha dedicado al acompañamiento, le preocupa que actualmente hay desabasto de medicamentos en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), pues amigos suyos le han hecho saber que no se han tomado el tratamiento, que por fuera llega a costar de 8 mil a 20 mil pesos al mes.
Aunque dice que el Coesida es aliado y ha respondido en casos como este, pide a los derechohabientes que están en esta situación que denuncien ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Luis asegura que los grupos de autoayuda, como Convihve, son muy efectivos para apoyar emocionalmente a quienes contraen el virus, pues les permite aceptarse y tener mayor conciencia de la vida, la que agradece a diario con todo su ser, pues si algo le ha quedado de esta experiencia es gratitud por la salud y la existencia.
Hoy disfruta cada vez que puede de unas «buenas» enchiladas, su platillo favorito, y de un frappuccino, con toda la conciencia de vivir.
Fuente: MiMorelia.com