Pronto iniciará la temporada de promesas, sin embargo, hasta ahora lo único que se ha dejado en claro es que temas de diversidad sexual y derechos humanos no son una prioridad para nadie que busque el poder.
Las elecciones están a la vuelta de esquina.
Entre el mar de encuestas, discusiones sobre los spots y presupuestos a gastar en las próximas campañas, más de una persona ya ha alzado la mano para dejar en claro sus aspiraciones de ocupar un cargo de elección popular.
Pronto iniciará la temporada de promesas, sin embargo, hasta ahora lo único que se ha dejado en claro es que temas de diversidad sexual y derechos humanos no son una prioridad para nadie que busque el poder.
El ejemplo más claro y vergonzoso al respecto es la unión entre agua y aceite, mejor conocido como Por México al Frente liderado por el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), cuyo objetivo es presentarse como fuerza opositora competitiva e impedir que Morena llegue al Poder Ejecutivo.
Sí, los archienemigos por antonomasia debido a sus bases ideológicas se juntarán para obtener la mayor cantidad de votos posibles, no perder privilegios y permanecer en el poder por el poder. No importa que el sol azteca promueva la legalización del matrimonio igualitario, mientras que el blanquiazul sea defensor a ultranza de la “familia natural entre hombres y mujer”. También sale sobrando que el PRD vote a favor de la interrupción legal del embarazo y el PAN sostenga rosarios y escapularios para “defender la vida desde la concepción”.
En la propuesta de plataforma política del Frente se han dejado a fuera temas como el matrimonio igualitario, adopción de menores por parte de parejas del mismo sexo, el reconocimiento a la identidad de género, la interrupción legal del embarazo, la eutanasia o la legalización del uso de la marihuana. El PRD prefiere sacrificar los derechos humanos de las personas antes que caer al cuarto lugar en los comicios del 2018. Le apuesta a ceder temas de la población LGBT que perjura que defiende por unas posiciones en el Congreso de la Unión.
Y con ello, reafirman la homofobia y el machismo de la clase política. Con estas acciones le dan la razón a quienes en las filas del tricolor aseguraron que el PRI perdió las elecciones del año pasado por la iniciativa presidencial para que las uniones civiles entre parejas del mismo sexo fueran una realidad y no por la corrupción rampante de sus gobiernos, la ineficiencia en sus resultados, los niveles de inseguridad en el país o la pobreza que carcome a millones de personas diariamente.
El Frente afirma…
en cada discurso y perorata que son “ciudadanos”, que son la respuesta que México espera, pero son lo mismo de siempre. No se puede entender de otra manera el menosprecio que hace a las personas LGBT, aún cuando las estadísticas estiman que el 10 por ciento de la población total de todo el país son gays, lesbianas, bisexuales o trans, estén o no “fuera del clóset”.
La desvalorización de incluir temas de la diversidad sexual en su plataforma política, proviene de seguir considerando que las personas LGBT son ciudadanas de segunda clase que no son dignas de tener los mismos derechos y cualquiera que aspire a llegar a un cargo de elección popular, pero que considere que las personas valen más o menos por su orientación sexual o identidad de género, no merece llegar a él.
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