¿Las caricaturas nos hicieron LGBTI?

¿Las caricaturas nos hicieron LGBTI?

En Fuera del Clóset constantemente nos hacemos varias preguntas tratando de encontrar respuestas para nuestros radioescuchas y en esta ocasión nos vino a la mente esta ¿Las caricaturas nos hicieron LGBTI? Es cierto cuando dicen que la inocencia no debería perderse al momento de crecer. La infancia es la época donde menos prejuicios cargamos. Es la temporada donde más podemos aprender a respetar las diferencias de quienes nos rodean. No cuestionamos el poder de nuestra imaginación ni nos fijamos en cosas tan triviales como la orientación sexual de las personas. El único filtro es si algo nos hace feliz o no.

Por ejemplo

Desde décadas pasadas a la fecha, sin fin de generaciones de niñas y niños han crecido con series animadas; hemos visto pasar por nuestros televisores innumerables historias y caricaturas que van desde las clásicas de Hanna-Barbera, pasando por Warner Brothers y Disney hasta la irrupción intercultural del animé proveniente de Japón.

Si bien los productos culturales son claro reflejo de la sociedad y la época en la que se desarrollan, como niños y niñas nunca nos preguntamos las razones por las que en ellas se tocan temas como los conflictos, los grandes avances sociales, el medio ambiente, el amor o el deporte, simplemente las disfrutábamos y reíamos.

Así es, mucho antes de tocar temas en la agenda pública como el matrimonio igualitario, la identidad sexo genérica, la adopción homoparental, entre muchos otros concernientes a la población LGBTI, en nuestros televisores ya se mostraban claros ejemplos sobre diversidad sexual.

Hablar de esto no es una moda, no es invento de la modernidad ni “imposición de la ideología de género”, y para prueba, remontemos al pasado donde Bugs Bunny, un personaje creado en la década de los 40, gustaba travestirse y besar a cuanto personaje masculino se topaba, ya fuera con un macho recalcitrante como Sam Bigotes o con el cazador Elmer Gruñón.

¿No nos cree?

Revisemos otras series como los Súper Sónicos o Scooby Doo, quienes hacían uso de este recurso para salir de un aprieto, cosa que no era mal vista ni era motivo de burla entre los propios protagonistas de estas caricaturas.

Personajes LGBTI siempre han existido, sin importar las fechas o las leyes morales que rigen en la época…

Nadie se hizo gay por mirar al Genio de Aladdín convertirse en mujer. Tampoco hay ninguna prueba de que alguna mujer heterosexual le despertará “un deseo lésbico” por ver Sailor Moon, Ranma ½ o Dragon Ball. Y mucho menos hay sustento científico para asegurar que las personas transexuales se mostraron inconformes con su sexo después de ver a Mojo Jojo ponerse un vestido o trenzitas en las Chicas Súper Poderosas.

Sin embargo, la visión del mundo adulto, llena de atavismos nos comienza a llenar la mente de estigmas sobre qué es bueno y qué es malo. Nos prohíbe ver el primer beso abiertamente gay en una serie de Disney o censurarnos el estreno del remake de la Bella y la Bestia, protagonizado por la actriz y defensora de los derechos humanos, Emma Watson, por presuntamente “promover la homosexualidad” en alguna de sus escenas.

Bajo la excusa ridícula de que las y los menores no entienden sobre la diversidad y serán cooptados por el “Imperio Gay”…

El Frente Nacional por la Familia y asociaciones conservadoras a nivel mundial deben entender que la orientación sexual y la identidad de género no se aprenden por una caricatura, un cuento o un video, ni se adquieren por vestirse de rosa o azul. Dejemos a nuestros niños y niñas vivir en libertad. No hay necesidad de agobiarlos por un simple dibujo animado. Recuerde que sólo tenemos una infancia y no hay que desperdiciarla.

Eso es to, eso es to, eso es todo amigos…

 

Fuera del Clóset

 

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